lunes, 15 de octubre de 2012

La historia de hoy, se llama:
COINCIDENCIAS DEL DESTINO
PRIMERA PARTE

Cierto día, mi hija y yo, teníamos un desacuerdo en la manera de organizar una fiesta de cumpleaños temática que nos habían encargado y la verdad, una decía blanco y la otra negro; o una pensaba en la decoración y la otra hablaba de la presentación de los platos, etc.,etc. noté el enfado en sus ojos y en mi voz.
En esos momentos, como campana de combate de box, sonó la voz de una clienta a la cual aprecio mucho y creo que después de ese día, mi aprecio se tornó en admiración, amor y un gran respeto.
´Me saludó y aproveché de sentarme en la terraza con ella, pues un poco de aire me vendría muy bien. Al preguntarme  qué me sucedía pues mi cara no era la de siempre, me limité a contestarle que al parecer, siendo la comunicación con nuestros hijos lo que debería ser de lo más fácil, en realidad a veces es justamente lo más difícil!!!  y que si en esos momentos tuviese la oportunidad de reciclar a la mía, con gusto lo haría.
Entonces, ella me contestó con una voz llena de melancolía:
_..." No sabes lo que daría por tener a mi hija. Aunque fuese para discutir con ella.

Con cautela y sin afán de ofender, le pedí que me lo repitiera pues yo no sabía que tuviera hijos y me contestó: "Si yo te contara..." ¿tienes tiempo? Por supuesto, que escucharla era mucho mejor que continuar con aquella discución sin sentido; le dije a mi hija que le daba autorización para organizar aquella famosa fiesta de cumpleaños y que luego sólo me hiciera saber todos los detalles para ayudarla. Levantó los brazos al cielo y me dijo que le parecía muy buena idea (por fín, estábamos de acuerdo!).

Así que le serví  a mi amiga un Martini como a ella le gusta y yo me preparé un rico capuccino muy cremocito; encendimos un cigarrillo cada una y con un suspiro muy pero muy profundo, me dijo que me ubicara en la década de los 60 en la Ciudad de Valladolid. Cerré los ojos y asentí con la cabeza dando a entender que comenzara.

Disculpen, pero tengo que interumpir pues yo escribo en breves momentos y ahora me han llegado clientes que debo atender.

Isabel, la segunda de tres hijas pertenecientes a una poderoza familia  donde el padre era un Respetable Juez y su madre, hija de uno de los  terratenientes más famosos y queridos de la región;  el cariño que le profesaban los lugareños a la familia, era debido a su benebolencia pues si trabajaban con ellos, siempre procuraron que no les faltara lo necesario y se preocuparon por construir una Iglesia, un hospital y una escuela a donde acudir todos los niños aunque no fueran hijos de trabajadores suyos.
Así pues, dieron a sus tres hijas mucho amor, excelente educación y cultura que se cersioraron de pulir con viajes y contacto con amistades de la más alta sociedad .
Aunque en el fondo sus padres pretendían que se casaran y formaran sus propias familias, como suele suceder, mi querida amiga Isabel amante de la lectura y admiradora de  Catalina la Grande, Coco Chanel así como Sor Juana Ines de la Cruz y muchas otras grandes mujeres, soñaba con parecerse un poco a cada una de ellas e independizarse en cuanto cumpliera la mayoría de edad. Y no porque sea mi amiga, pero de las tres hermanas, ella destacaba por su porte y cautivaba a todo mundo cuando se decidía a emprender algo, porque hasta no ver realizado un proyecto, no descanzaba; por ejemplo, organizó un coro en la Iglesia, daba clases de Catecismo y organizó a las madres de familia a tejer y bordar pero con el propósito de comercializar sus productos para que esas labores fueran una fuente de ingresos en sus respectivas casas.
Total que cuando cumplió la mayoría de edad, comunicó a sus padres la decisión de buscar un trabajo en la Ciudad de Salamanca. Casi no terminaba de pronunciar la palabra Salamanca, cuando su padre se levantó del asiento y golpeando con el puño la mesa del comedor, le hizo saber con una voz muy fuerte, que si tenía la osadía de salir de la Ciudad y en especial con la idea de buscar trabajo y convertirse en una empleada, NO VOLVERIA A PISAR SU CASA!!!!.
Aquellas palabras, resonaron en la casa tan fuerte, que sus hermanas se quedaron mudas y su querida madre que conocía mejor que nadie los alcances de aquella hija, sintió un vuelco en el corazón y se llevó las manos al pecho como queriendo evitar que éste se le saliera. Por supuesto Isabel, tomó aire y apretó los labios para contenerse los deseos de contestar a su padre algo que le cruzó por la mente, pero que en esos momentos, solo empeorarían las cosas y de todas maneras, ella tenía más claro que el agua, que su decisión estaba tomada y no daría marcha atrás.

Por la noche, no durmió nada. Sólo derramó una lágrima por el dolor causado a su madre y otra por el dolor que le causaba la incomprensión de su padre.

A la mañana siguiente, se levantó como todos los días a Misa de 8 de la mañana; pero antes, le dió instrucciones a su doncella para que mientras estaban en Misa, ella sacara con discreción sus maletas y las mandara con el chofer a la casa de su amiga Adoración.
En Misa se encomendó a Dios como nunca y pidió la Bendición al Sacerdote (solo ella sabía porqué).
Al volver a casa, no sonreía ni hacía bromas como de costumbre; rehusó tomar el desayuno. Se colocó un abrigo color rojo que hacía juego con sus zapatos y se colgó el bolso en el brazo; tomó sus guantes y se dirigió seriamente hacia su madre dándole un fuerte abrazo y un par de besos al igual que a sus hermanas. En esos momentos, todas las palabras para convencerla de desistir, sobraban por completo. Y se limitaron a desearle suerte y verla marchar.

Continuará....


Cuando descendió del tren en la Ciudad de Salamanca, apretó sus manos como sintiendo que llevaba bien cogidas las riendas de su vida.

Buscó la dirección de una casa de huéspedes para señoritas, que le proporcionó su amiga Adoración cuando recogió sus maletas; fue suficiente que diera el nombre de ella para que la recibieron amablemente y le mostraron su habitación para que se instalara. Se sintió cómoda, pues la casa era muy grande y bonita, además estaba en una calle muy céntrica. La dueña era una mujer muy dulce y se llamaba  Ma. Luisa; era una señora viuda y sin hijos; así que pensó abrir las puertas de su casa a señoritas que estudiaran en la Universidad, ofreciéndoles hospedaje y comida. De esta manera, estaría ocupada y acompañada a la vez.

Por la tarde salió a pasear para familiarizarse con el rumbo y como acababa de llover, la Ciudad le parecía más limpia de como ella la recordaba. Pasó a una cafetería y se puso a leer el periódico. En la sección de empleos, encontró un anuncio que llamó su atención de manera particular pues decía: se solicita señorita joven, de buena presencia, ambiciosa y con deseos de superación. No necesaria experiencia. Presentarse en la calle tal número tal, y preguntar por el señor Gutiérrez. Muy importante: solo recibe aspirantes, a partir de las 8: 00 p. m.

Al día siguiente se preparó para buscar la dirección y cabe mencionar, que estaba en un barrio más o menos céntrico pero más bien feo; había algo que no le gustaba... sin embargo, a las 20:00 horas en punto, estaba tocando el timbre. Ella esperaba encontrar una oficina y una secretaria que anunciara su llegada al tal señor Gutiérrez, pero no fué así. Era un apartamento y le recibió un hombre muy delgado con traje y chaqueta que al llegar ella, le pidió que tomara asiento en un mueble del salón y le indicó que el señor Gutiérrez la recibiría en un momento. Cuando éste salió, la saludó y le hizo un guiño al que la recibió; entonces éste se despidió y salió dejándolos completamente solos.

Se presentó con ella y le pidió que se sintiéra cómoda; le ofreció una bebida pero no aceptó. Entonces fué directo al grano diciéndole que sin lugar a dudas, ella era la persona indicada para desempeñar el trabajo que ofrecían. Por lo que Isabel le pidió que fuera más concreto explicando en qué consistía. El individuo le pidió que se levantara y diera unos pasos hacia la pared dándole la espalda a él; mientras ella caminaba, le dijo que estaban buscando una modelo de lencería. Cuando ella se giró obre sus tacones, lo vió frente a frente literalmente!!! y con un suzurro  muy intimidante,  le  pidió que se despojara de la ropa para poder darle el visto bueno.
Se podrán imaginar cómo se puso la mujer! ni más ni menos,  COMO LOCA. Y no era para menos!!!!
Recuerda que salieron tantas groserías de su boca y dió tantos manotazos como pudo, para quitárselo de encima y salir disparada de aquel domicilio. Corrió y corrió en la oscuridad de la noche, sintiendo que la seguía y volteando de vez en cuando para cerciorarse de que no era así.

Lo primero que le pasó por la mente, fué que esta era una gran prueba; que tenía dos opciones: regresar a casa contando lo sucedido entre sollozos y someterse al carácter y exigecias de su padre, o abrir bien los ojos para no volver a caer en las garras de ningún gavilán!!! ahora tendría que aprender a defenderse para poder salir adelante por sus propios medios y forjarse un futuro desente digno de una persona de su categoría. Sí señor!!! Juró que si tenía que luchar lo haría pero que la independencia se gana y ella estba en pié de lucha. consideró que no lo contaría a nadie para que no se burlasen de ella. Esto no le sirvió de mucho, pues al llegar a casa de la señora Ma. Luisa, se soltó a llorar y tuvo fiebre alta y descompuesto el estómago, por lo menos dos o tres días.

Pasaron unos días y se enteró de un trabajo en una boutique. Tenía un horario, un salario, compañeras, grupo de amigas y amigos con los que salía a fiestas o a tomar alguna cervecita y unos pinchos. Decidió un día que le gustaría aprender a fumar porque conocía mujeres que fumaban y las encontraba muy interesantes. Tenía  varios pretendientes y un buen día se hizo novia de un jóven Profesionesta, de buena familia y que era contable en un gran almacén. Le dijo que tenía intenciones serias pues una vez  que se conocieran quisiera formalizar la relación para casarse. A Isabel le parecó muy convencional pero bueno, con veinticuatro años, quería saber lo que se sentía que la besaran. Cuando la besó, no le gustó mucho o quizás esperaba algo más y creyó que tal vez con el tiempo le gustaría. Le enviaba flores y la llenaba de atenciones.
Hasta aquí todo iba muy bien hasta que un día, le dijo que no podría pasar por ella al trabajo, porque  al igual que la semana pasada, se tendría que quedar a trabajar hasta muy tarde los viernes  y se lo quería hacer saber para que no lo esperara. Esa tarde estuvo tan llena de trabajo, que se olvidó de lo que le había dicho.  Cuando salió como de costumbre esperaba la llegada de Mariano su novio; cuando esperó quince minutos, creyó que si pasaba ella a recogerlo a su oficina, le daría una grata sorpresa. La sorprendida fué ella cuando al llegar a la calle de su oficina, desde la esquina, lo vió cuando caminaba despreocupadamente abrazado a una joven y se besaron una y otra vez antes de que él le abriese la puerta del coche para que subiera pues al parecer, tenían algo más que una amistad. Al  día siguiente, sin tiempo que perder, dio por terminada la relación, pensando para sus adentros: "...otro capítulo terminado en el libro de mi vida. Vuelta a la página y a seguir escribiendo Isabel."
continuará.. (Ir a coincidencias del destino Segunda Parte).

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