COINCIDENCIAS DEL DESTINO
SEGUNDA PARTE
Isabel sin darse cuenta, ya era toda una mujer y muy atractiva. Tenía 25 años, pero ahora ocupaba el cargo de Gerente de compras del departamento de alta joyería y accesorios para la mujer, en un gran almacén. Sí en el mismo que trabajaba aquel joven contable que había sido su novio. Se hizo acreedora a ese cargo, cuando se le ofreció entrar por algún paquete al almacén y se percató que habían muchos paraguas sin vender y arrumbados en un rincón como mercancía sin importancia y sin valor; habló con el gerente de compras y su única respuesta fué que se habían pedido muchos mas de los que se podían vender y como ya no tenían salida, pues que se quedarían para la sigiente temporada. Ella pidió permiso al Gerente General para intentar venderlos y le dijo que sí. Entonces Isabel habló con dos de sus compañeras y en lugar de salir a comer, aprovechando que la tienda estaba cerrada, redecoraron uno de los escaparates, exhibiendo los paraguas haciendo combinaciones y contrastes con colores que llamaban la atención, pues ponía zapatos, bolsos y pañuelos, de manera que se antojaba comprar no sólamente el paraguas sino llevarse el kit completo; y para que en verdad fuera irresistible, colocó un rótulo con la palabra OFERTA.
Se podrán imaginar el éxito que tuvo su grandiosa idea, Se vendieron absolutamente todos aquellos paraguas, pañuelos y zapatos!!!!
En reconocimiento a su astucia y dotes de mercadotecnia, la ascendieron nombrándola jefa de la sección de joyería de alta gama, regalos y complementos para señoras; ganando sueldo más comisión sobre ventas (Los jefes pensaron en ella, pues era el tipo de persona con dotes de lider que motivaría a sus compañeras a vender y apenas había tiempo para preparar la campaña de navidad).
Aquella noche, invitó a sus amigos a cenar!!!
Les gustaba frecuentar ese restaurante pues les quedaba muy cerca del trabajo y les trataban muy bien.
El dueño tenía también una cafetería a la que acudían prácticamente todos los días a desayunar y a merendar. Después de desayunar, Isabel siempre se fumaba su cigarrillo y lo disfrutaba que era una barbaridad.
Una mañana de estas lluviosas, Isabel y sus dos íntimas amigas entraron a la cafetería entre risas, pues se mojaban de la cabeza a los pies y por ese motivo venían corriendo y bromeando. Mientras desayunaban, no paraban de hablar y reir. Al terminar, pidieron la cuenta como de costumbre y el camarero les comentó que la cuenta estaba pagada por el caballero que estaba en la barra. Isabel levantó la ceja derecha como de costumbre, cuando sentía curiosidad; pero en esos momentos, su mirada se cruzó con los ojos verdes de un apuesto joven elegantemente vestido, que le hizo un pequeño ademán de cortecía y ella coqueta pero discretamente, le correspondió con una sonrisa.
continuará...
A las amigas por supuesto, no les pasó inadvertido en lo absoluto, pues en verdad era un hombre muy apuesto. al día siguiente, sucedió lo mismo; sólo que como ellas vestían el uniforme del trabajo, fué para él muy sencillo de identificarlas. Cuando Isabel se preparaba para salir a las 3 de la tarde, percibió una pequeña ráfaga de viento suave como si alguna ventana estuviese abierta; revisó y todo estaba cerrado y en orden. pero se quedó con la sensación de que flotaba en el ambiente un olor muy agradable; como siempre estaba entre fragancias francesas, imaginó que sería algún perfume nuevo que no identificaba todavía pero sin duda le gustaba. O...acaso era el amor que a su puerta llegaba? se hechó a reir y salió de la tienda sin tener claro dónde comer.
Al salir de la tienda, escuchó una voz que la llamaba por su nombre: Isabel, Isabel!! al girar hacia la derecha, se percató de que era el hombre de mirada soñadora que había visto en la cafetería. Se quiso dar importancia preguntándole cómo era que sabía su nombre? y le contestó que se lo había preguntado al dueño de la cafetería. Así que extendiendo le brazo para estrecharle la mano, le dijo que se llamaba Eugenio Torreslanda y que tenía el gusto de invitarla a comer. Ella accedió encantada. Eugenio sugirió tres restaurantes que a ella le parecieron de los mejores que habían en la Ciudad; así que eligió el que había escuchado era el más bonito. Sonriendo, le dijo: señorita, sus deseos son órdenes para mí. y le indicó que lo acompañara hacia el coche. Cuando Isabel vió el coche, se mordió el labio inferior porque casi no lo podía creer; era un coche americano de improtación!!!!descapotable color azul, modelo mustang 1965.
Cuando llegaron al restaurante, comentó que no había reservado mesa porque habían decidido ir a comer en el último momento; lo recibieron llamándole por su nombre diciéndo que para él y las personas que lo acompañaran, siempre había sitio; que a él no le hacía falta reservar.
Para Isabel, ese comentario la hizo sentir de lo mejor. sintió que por fín le daban el trato que ella creía merecer.
Eugenio le preguntó acerca de su vida y ella le hizo saber sus orígenes, su carácter independiente y decidido, sus gustos y aficione, así como la razón por la que vivía en Salamanca. Cuando le tocó el turno a Eugenio, le explicó que era Andaluz, el menor de dos hermanos, dedicado a acompañar a su padre a todos sus viajes de negocios, pues era ganadero y empresario de toros de lida y eso motivaba a viajar frecuentemente a México, Colombia, Francia y por supuesto España; siendo este el motivo por el que había llegado a Salamanca. También eran dueños de sembradios de girasol y olivos; sin dejar de mencionar que poseían fincas dedicadas al coto de caza mayor. Eugenio además de muy apuesto, resultó ser todo un caballero de modales exquisitos, culto y además...Rico!!!!. Sobra decir que comieron y bebieron de lo mejor!. Cuando la dejó en casa, le agradeció que hubiese aceptado la invitación y se despidió con un beso en la mano. Una vez más, Isabel no pegaría el ojo en toda la noche, pero a diferencia de otras ocasiones, no quería dormir porque así imaginaba que prolongaría las horas del día más feliz de su vida!!!.
Por la mañana, sentía urgencia de salir a desayunar para contarle a sus amigas la experiencia que había vivido y compartir con ellas la felicidad que embargaba su corazón. Sin embargo, apenas habían pasado treinta minutos de que los almacenes abriesen sus puertas al público, cuando una persona preguntó por Isabel. Era inevitable admirar aquel gran ramo de flores con sus colores tan alegres y elegantemente presentado; de manera que despertó la curiosidad de cllientes y empleados. Sus amigas, no pudieron esperar y corrieron a preguntarle la procedencia de aquellas flores y lo único que les pudo decir fué que eran "del andaluz" que ya les contaría. La tarjeta decía que era una pequeña muestra de admiración por la mujer más hermosa del mundo.
Continuaron viéndose pues Eugenio le prometió no dejar pasar más de 30 días sin venir a verla. Isabel lo esperaba con singular alegría cobrando el amor una importancia que le iluminaba la mirada con un brillo muy especial.
TERCERA PARTE
Aunque no volvió a Valladolid en todos estos años, Isabel tenía contacto con su madre y hermanas; se enteró que se iban a casar; una en primavera y la otra en invierno pero del mismo año. Le mandó a su madre dos regalos muy bonitos para que luciera en cada una de las bodas; y cuando se casaron, viajaron en varias ocasiones con su madre a Salamanca, para quedar con Isabel y convivir con ella . Así que estaban eneteradas de la existencia de Eugenio y esperaban conocerle en cuanto fuera posible.
Transcurrieron los meses y Eugenio cumplió su promesa de venir una vez al mes y pasar cuatro días o por lo menos un fin de semana con ella.
Segurísima de que ese era el hombre de su vida, una noche, después de cenar, la invitó a tomar una copa en la intimidad de su piso. Isabel a quien le gustaba sentirse dueña de la situación en todo momento, quiso hacer alarde de "mujer de mundo" y dijo que sí.
Tomaron una copa y luego otra...después una cosa llevó a la otra...y terminó entrelazada en los brazos de aquel maravilloso hombre de mirada soñadora, labios cálidos y melena revuelta con algunas canas que brillaban entre sus dedos cuando lo acariciaba. Aquella noche, entre besos y abrazos, también hubieron lágrimas, pero lágrimas de felicidad al sentir que no solo se unian sus cuerpos, sino sus mentes, sus corazones y sus Almas.
Por la mañana, Eugenio se puso serio y le pidió au atención porque le iba a decir algo muy importante.
Isabel levantó su ceja derecha como poniéndose en alerta. El le tomó las manos y después de pedir disculpas por no haber tenido el valor de decirle esto por temor a que lo dejara, le pidió que le prometiera que por nada del mundo pondría en duda jamás el gran amor que él le profesaba.
Le dijo entonces, esa famosa verdad que Isabel sentía que le quemaba la planta de los pies y comenzó a prepararse para escuchar lo peor.
Entonces, arrodillándose ante ella, le dijo que estaba casado y que tenía una hija. Que su padre había concertado aquel matrimonio pero que él no la quería y estar a su lado era tan asfixiante, que por eso viajaba con su padre todo el tiempo para evitar todo tipo de convivencia con su esposa y que si iba a verla, era por estar con la niña que ninguna culpa tenía del desamor entre sus padres. Le prometió que la dejaría y que si ella aceptaba, le pondría una casa en la ciudad donde ella quisiera y viviría con Isabel. Aclarando que sin casarse, pues el General Franco, había abolido la ley del divorcio y estaba prohibido en España hablar del tema. Sin mencionar que en casa de Eugenio, sus padres veneraban a Franco.
Isabel sintió que todos sus sueños se derrumbaban y caían al suelo como cristales hechos añicos que al estrellarse con el suelo, revotan y te hacen heridas por todas partes, pero doliendo más que ninguno, los que se clavan en el corazón.
No paró de llorar, pero quiso creer que después de aquella noche, no habría poder humano que los pudiese separar porque ella había decidido pertenecer a Eugenio para el resto de su vida.
Por alguna circunstancia, Eugenio no pudo venir a Salamanca en esos días y transcurrieron los famosos treinta dias, sin que se pudiesen ver. Transcurrieron entonces, casi sesenta días, e Isabel, notó que no le bajó la regla. Acudió al médico y le confirmó sus sospechas. "Felicidades señora. Está usted, embarazada".
Pueden imaginar lo que esas palabras significaron para Isabel en esos momentos????
Transcurrieron setenta días y ella seguía sin noticias de Eugenio. Después de saber que era casado, pensó que sin duda, se había aprovechado de ella. Se enfureció por haber sido tan estúpida y sucumbir a los encantos de un hombre y creer que le iba a cumplir. jajaja se repetía una y otra vez. Está ca-sa-do. ca-sa-do. con quñe derecho preguntaría por él? cómo se tenía que presentar? qué diría a su familia? a Su Padre??!!! en el trabajo???? DIOSSSS. qué lío!!!!!!!!!!! "EMBARAZADA"!!!!!Cuando se iban a cumplir las 12 semanas de embarazo, presentó su renuncia en los almacenes, les dijo a sus amigas que se iría de viaje con su hermana mayor que la invitaba a América y tenía mucha ilusión por conocer.
Lo cierto es que acudió a un convento de monjas que cuidaban de las mujeres embrazadas que no tuvieran hogar; les daban atención médica, alimentación y asistencia en el momento de dar a luz; les ofrecian la posibilidad de dar en adopción a su bebé al nacer, en caso de que para ellas representara una carga o simplemente sus familias no permitieran tener hijas en calidad de madres solteras pues era una mancha en la familia!!!
En el caso de Isabel, no dijo nada a nadie. no quería ser causante de problemas o deshonra para su fmilia. Especialmente, deseaba con el alma y la vida, tener a su hijo.
Llegado el momento, dió a luz a una hermosa niña que bautizó con el nombre de Ana Sofía. Cuando se encontró recuperada y su nena gozabaa de perfecta salud, la dieron de alta.
Las mismas monjas, le ayudaron a buscar trabajo dándole una carta de recomendación para administrar un hostal en la ciudad de Toledo; Isabel aceptó pensando que tendría el techo y la comida segura para su hija y que después, Dios la ayudaría a salir adelante.
CUARTA PARTE
Habían pasado tres años y Ana Sofía, cada día se parecía más a su padre. Un buen día, enfermó la cocinera, e Isabel tuvo que ir al mercado a comprar lo necesario para la comida del día; dejó a la niña con una de las camareras y le dijo que no tardaría.
Cuando se disponía a cruzar una de las calles, el automóvil que tenía que hacer el stop, era conducido nada más y nada menos, que por Eugenio!!!. Cuando lo vió Isabel, era porque él ya estaba aparcando el coche para salir a toda prisa dirigiéndose hacia ella con los brazos abiertos. Ella tomó aire y desconcertada, no supo qué decir ni qué hacer. Quería salir huyendo, quería abrazarlo, quería golpearlo...tantas veces que había imaginado lo que haría si lo volviese a tener frente a ella, y con el tiempo que había transcurrido, de manera increíble, ya lo había olvidado. en estos momentos, sinceramente, no sabía qué hacer.
Lo saludó y él se limitó a decirle que la había buscado por todas partes y preguntado a todas las personas posibles, a ver si alguien le daba noticias de ella o de su paradero, pero había sido inútil. Le pidió que aceptara salir a comer o cenar con él para poder hablar y explicarle tantas cosas. Isabel aceptó y evitando que pasara a recogerla, le dijo que lo vería a las tres de la tarde en un restaurante para comer.
Se podrán imaginar el éxito que tuvo su grandiosa idea, Se vendieron absolutamente todos aquellos paraguas, pañuelos y zapatos!!!!
En reconocimiento a su astucia y dotes de mercadotecnia, la ascendieron nombrándola jefa de la sección de joyería de alta gama, regalos y complementos para señoras; ganando sueldo más comisión sobre ventas (Los jefes pensaron en ella, pues era el tipo de persona con dotes de lider que motivaría a sus compañeras a vender y apenas había tiempo para preparar la campaña de navidad).
Aquella noche, invitó a sus amigos a cenar!!!
Les gustaba frecuentar ese restaurante pues les quedaba muy cerca del trabajo y les trataban muy bien.
El dueño tenía también una cafetería a la que acudían prácticamente todos los días a desayunar y a merendar. Después de desayunar, Isabel siempre se fumaba su cigarrillo y lo disfrutaba que era una barbaridad.
Una mañana de estas lluviosas, Isabel y sus dos íntimas amigas entraron a la cafetería entre risas, pues se mojaban de la cabeza a los pies y por ese motivo venían corriendo y bromeando. Mientras desayunaban, no paraban de hablar y reir. Al terminar, pidieron la cuenta como de costumbre y el camarero les comentó que la cuenta estaba pagada por el caballero que estaba en la barra. Isabel levantó la ceja derecha como de costumbre, cuando sentía curiosidad; pero en esos momentos, su mirada se cruzó con los ojos verdes de un apuesto joven elegantemente vestido, que le hizo un pequeño ademán de cortecía y ella coqueta pero discretamente, le correspondió con una sonrisa.
continuará...
A las amigas por supuesto, no les pasó inadvertido en lo absoluto, pues en verdad era un hombre muy apuesto. al día siguiente, sucedió lo mismo; sólo que como ellas vestían el uniforme del trabajo, fué para él muy sencillo de identificarlas. Cuando Isabel se preparaba para salir a las 3 de la tarde, percibió una pequeña ráfaga de viento suave como si alguna ventana estuviese abierta; revisó y todo estaba cerrado y en orden. pero se quedó con la sensación de que flotaba en el ambiente un olor muy agradable; como siempre estaba entre fragancias francesas, imaginó que sería algún perfume nuevo que no identificaba todavía pero sin duda le gustaba. O...acaso era el amor que a su puerta llegaba? se hechó a reir y salió de la tienda sin tener claro dónde comer.
Al salir de la tienda, escuchó una voz que la llamaba por su nombre: Isabel, Isabel!! al girar hacia la derecha, se percató de que era el hombre de mirada soñadora que había visto en la cafetería. Se quiso dar importancia preguntándole cómo era que sabía su nombre? y le contestó que se lo había preguntado al dueño de la cafetería. Así que extendiendo le brazo para estrecharle la mano, le dijo que se llamaba Eugenio Torreslanda y que tenía el gusto de invitarla a comer. Ella accedió encantada. Eugenio sugirió tres restaurantes que a ella le parecieron de los mejores que habían en la Ciudad; así que eligió el que había escuchado era el más bonito. Sonriendo, le dijo: señorita, sus deseos son órdenes para mí. y le indicó que lo acompañara hacia el coche. Cuando Isabel vió el coche, se mordió el labio inferior porque casi no lo podía creer; era un coche americano de improtación!!!!descapotable color azul, modelo mustang 1965.
Cuando llegaron al restaurante, comentó que no había reservado mesa porque habían decidido ir a comer en el último momento; lo recibieron llamándole por su nombre diciéndo que para él y las personas que lo acompañaran, siempre había sitio; que a él no le hacía falta reservar.
Para Isabel, ese comentario la hizo sentir de lo mejor. sintió que por fín le daban el trato que ella creía merecer.
Eugenio le preguntó acerca de su vida y ella le hizo saber sus orígenes, su carácter independiente y decidido, sus gustos y aficione, así como la razón por la que vivía en Salamanca. Cuando le tocó el turno a Eugenio, le explicó que era Andaluz, el menor de dos hermanos, dedicado a acompañar a su padre a todos sus viajes de negocios, pues era ganadero y empresario de toros de lida y eso motivaba a viajar frecuentemente a México, Colombia, Francia y por supuesto España; siendo este el motivo por el que había llegado a Salamanca. También eran dueños de sembradios de girasol y olivos; sin dejar de mencionar que poseían fincas dedicadas al coto de caza mayor. Eugenio además de muy apuesto, resultó ser todo un caballero de modales exquisitos, culto y además...Rico!!!!. Sobra decir que comieron y bebieron de lo mejor!. Cuando la dejó en casa, le agradeció que hubiese aceptado la invitación y se despidió con un beso en la mano. Una vez más, Isabel no pegaría el ojo en toda la noche, pero a diferencia de otras ocasiones, no quería dormir porque así imaginaba que prolongaría las horas del día más feliz de su vida!!!.
Por la mañana, sentía urgencia de salir a desayunar para contarle a sus amigas la experiencia que había vivido y compartir con ellas la felicidad que embargaba su corazón. Sin embargo, apenas habían pasado treinta minutos de que los almacenes abriesen sus puertas al público, cuando una persona preguntó por Isabel. Era inevitable admirar aquel gran ramo de flores con sus colores tan alegres y elegantemente presentado; de manera que despertó la curiosidad de cllientes y empleados. Sus amigas, no pudieron esperar y corrieron a preguntarle la procedencia de aquellas flores y lo único que les pudo decir fué que eran "del andaluz" que ya les contaría. La tarjeta decía que era una pequeña muestra de admiración por la mujer más hermosa del mundo.
Continuaron viéndose pues Eugenio le prometió no dejar pasar más de 30 días sin venir a verla. Isabel lo esperaba con singular alegría cobrando el amor una importancia que le iluminaba la mirada con un brillo muy especial.
TERCERA PARTE
Aunque no volvió a Valladolid en todos estos años, Isabel tenía contacto con su madre y hermanas; se enteró que se iban a casar; una en primavera y la otra en invierno pero del mismo año. Le mandó a su madre dos regalos muy bonitos para que luciera en cada una de las bodas; y cuando se casaron, viajaron en varias ocasiones con su madre a Salamanca, para quedar con Isabel y convivir con ella . Así que estaban eneteradas de la existencia de Eugenio y esperaban conocerle en cuanto fuera posible.
Transcurrieron los meses y Eugenio cumplió su promesa de venir una vez al mes y pasar cuatro días o por lo menos un fin de semana con ella.
Segurísima de que ese era el hombre de su vida, una noche, después de cenar, la invitó a tomar una copa en la intimidad de su piso. Isabel a quien le gustaba sentirse dueña de la situación en todo momento, quiso hacer alarde de "mujer de mundo" y dijo que sí.
Tomaron una copa y luego otra...después una cosa llevó a la otra...y terminó entrelazada en los brazos de aquel maravilloso hombre de mirada soñadora, labios cálidos y melena revuelta con algunas canas que brillaban entre sus dedos cuando lo acariciaba. Aquella noche, entre besos y abrazos, también hubieron lágrimas, pero lágrimas de felicidad al sentir que no solo se unian sus cuerpos, sino sus mentes, sus corazones y sus Almas.
Por la mañana, Eugenio se puso serio y le pidió au atención porque le iba a decir algo muy importante.
Isabel levantó su ceja derecha como poniéndose en alerta. El le tomó las manos y después de pedir disculpas por no haber tenido el valor de decirle esto por temor a que lo dejara, le pidió que le prometiera que por nada del mundo pondría en duda jamás el gran amor que él le profesaba.
Le dijo entonces, esa famosa verdad que Isabel sentía que le quemaba la planta de los pies y comenzó a prepararse para escuchar lo peor.
Entonces, arrodillándose ante ella, le dijo que estaba casado y que tenía una hija. Que su padre había concertado aquel matrimonio pero que él no la quería y estar a su lado era tan asfixiante, que por eso viajaba con su padre todo el tiempo para evitar todo tipo de convivencia con su esposa y que si iba a verla, era por estar con la niña que ninguna culpa tenía del desamor entre sus padres. Le prometió que la dejaría y que si ella aceptaba, le pondría una casa en la ciudad donde ella quisiera y viviría con Isabel. Aclarando que sin casarse, pues el General Franco, había abolido la ley del divorcio y estaba prohibido en España hablar del tema. Sin mencionar que en casa de Eugenio, sus padres veneraban a Franco.
Isabel sintió que todos sus sueños se derrumbaban y caían al suelo como cristales hechos añicos que al estrellarse con el suelo, revotan y te hacen heridas por todas partes, pero doliendo más que ninguno, los que se clavan en el corazón.
No paró de llorar, pero quiso creer que después de aquella noche, no habría poder humano que los pudiese separar porque ella había decidido pertenecer a Eugenio para el resto de su vida.
Por alguna circunstancia, Eugenio no pudo venir a Salamanca en esos días y transcurrieron los famosos treinta dias, sin que se pudiesen ver. Transcurrieron entonces, casi sesenta días, e Isabel, notó que no le bajó la regla. Acudió al médico y le confirmó sus sospechas. "Felicidades señora. Está usted, embarazada".
Pueden imaginar lo que esas palabras significaron para Isabel en esos momentos????
Transcurrieron setenta días y ella seguía sin noticias de Eugenio. Después de saber que era casado, pensó que sin duda, se había aprovechado de ella. Se enfureció por haber sido tan estúpida y sucumbir a los encantos de un hombre y creer que le iba a cumplir. jajaja se repetía una y otra vez. Está ca-sa-do. ca-sa-do. con quñe derecho preguntaría por él? cómo se tenía que presentar? qué diría a su familia? a Su Padre??!!! en el trabajo???? DIOSSSS. qué lío!!!!!!!!!!! "EMBARAZADA"!!!!!Cuando se iban a cumplir las 12 semanas de embarazo, presentó su renuncia en los almacenes, les dijo a sus amigas que se iría de viaje con su hermana mayor que la invitaba a América y tenía mucha ilusión por conocer.
Lo cierto es que acudió a un convento de monjas que cuidaban de las mujeres embrazadas que no tuvieran hogar; les daban atención médica, alimentación y asistencia en el momento de dar a luz; les ofrecian la posibilidad de dar en adopción a su bebé al nacer, en caso de que para ellas representara una carga o simplemente sus familias no permitieran tener hijas en calidad de madres solteras pues era una mancha en la familia!!!
En el caso de Isabel, no dijo nada a nadie. no quería ser causante de problemas o deshonra para su fmilia. Especialmente, deseaba con el alma y la vida, tener a su hijo.
Llegado el momento, dió a luz a una hermosa niña que bautizó con el nombre de Ana Sofía. Cuando se encontró recuperada y su nena gozabaa de perfecta salud, la dieron de alta.
Las mismas monjas, le ayudaron a buscar trabajo dándole una carta de recomendación para administrar un hostal en la ciudad de Toledo; Isabel aceptó pensando que tendría el techo y la comida segura para su hija y que después, Dios la ayudaría a salir adelante.
CUARTA PARTE
Habían pasado tres años y Ana Sofía, cada día se parecía más a su padre. Un buen día, enfermó la cocinera, e Isabel tuvo que ir al mercado a comprar lo necesario para la comida del día; dejó a la niña con una de las camareras y le dijo que no tardaría.
Cuando se disponía a cruzar una de las calles, el automóvil que tenía que hacer el stop, era conducido nada más y nada menos, que por Eugenio!!!. Cuando lo vió Isabel, era porque él ya estaba aparcando el coche para salir a toda prisa dirigiéndose hacia ella con los brazos abiertos. Ella tomó aire y desconcertada, no supo qué decir ni qué hacer. Quería salir huyendo, quería abrazarlo, quería golpearlo...tantas veces que había imaginado lo que haría si lo volviese a tener frente a ella, y con el tiempo que había transcurrido, de manera increíble, ya lo había olvidado. en estos momentos, sinceramente, no sabía qué hacer.
Lo saludó y él se limitó a decirle que la había buscado por todas partes y preguntado a todas las personas posibles, a ver si alguien le daba noticias de ella o de su paradero, pero había sido inútil. Le pidió que aceptara salir a comer o cenar con él para poder hablar y explicarle tantas cosas. Isabel aceptó y evitando que pasara a recogerla, le dijo que lo vería a las tres de la tarde en un restaurante para comer.
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