martes, 30 de octubre de 2012

Coincidencias del destino ultimo capitulo

Menos mal, que había terminado de hacer la compra, porque de no ser así, ese dia se quedan sin comer en el hostal!!!
Isabel llegó y a toda prisa, dispuso el menú del día, girando instrucciones para terminar y servir a la hora de siempre; avisó que no vendría a comer y le pidió a una de las empleadas, que le cuidara a la niña pues tenía un negocio que atender, pero que procuraría no tardar demasiado. La joven por supuesto, dijo que cuidaría de la nena, encantada y que fuera a su negocio sin preocuparse.
Cuando Isabel se miró al espejo para colocarse los pendientes de esmeralda que Eugenio le regaló en su última cita, notó que el tiempo no había transcurrido en vano; pues sin lugar a dudas ahora era toda una mujer; reconocía su madurez, elegancia y su porte; aunque nunca hacía alarde de ello por humildad, pero lo sabía y le gustaba sacar y lucir todos esos encantos que parecían dormidos. Se pintó los labios, se puso dos gotas de chanel número cinco en las sienes, diciendo: "por si me abraza" otras dos en el cuello diciendo: "por si me besa"; y otras dos en el escote, pensando: "por si se pasa"!!! y se hechó a reír. Cruzó la pierna derecha frente a la izquierda y se dió un giro rápido sobre la punta de sus zapatos dando la espalda al espejo y frotando sus manos como expresión de que por fín, se le cumpliría el deseo de volver a ver al amor de su vida.
Sobra decir que Eugenio estaba precioso! al parecer había adelgazado un poco y su espalda daba la impresión de estar más ancha. Al pobre se sudaban las manos y estaba helado. Poco a poco, Isabel le dijo que al no saber nada de él en sesenta días, asumió que aquellas promesas las había hecho solo para obtener lo que quería de ella que siempre se había preciado de ser una señorita descente! trató de explicarle lo que Sintió cuando creyó que se había burlado de ella y en el supuesto de que él hubiese decidido dejar a su esposa, ella no quería fincar su felicidad en las lágrimas de ninguna mujer. pensó que de ninguna manera sería ella quien destruyera un matrimonio y en definitiva por la falta de noticias, decidió renunciar al trabajo y comenzar de nuevo. Le hizo saber que no había vuelto a tener novio ni siquiera había permitido acercarse a nadie.
Por fín, dejó hablar a Eugenio, quien le explicó que después de haberse despedido, cumpliendo su palabra, trató el asunto de la separación con su esposa y con su padre. Ella reconoció que efectivamente lo de ellos no se podía llamar matrimonio, pero su orgullo se vería herido; de manera que para subsanar su afrenta, solo pedía que a su hija no le faltara nunca nada y que a ella le mantuvieran su status económico de por vida y punto.
Viajó con su padre a Colombia y le dió un cólico tan intenso, que lo hospitalizaron y el diagnóstico fué grave pues al parecer, tenía afectados los riñones. Cuando pudo llegar a España, su salud había menguado y necesitaba tratamiento médico. Por fín lo atendió un médico militar amigo de su padre, y le dijo que al parecer, fué en aumento el problema de sus riñones, pues nunca quiso hacer mucho caso cuando sentía fuertes molesias, atribuyendo siempre, a las horas de viajes en avión y las malas posturas, etc. desencadenándose un problema de salud, verdaderamente severo que ya no iba a desaparecer, pero podrían controlar con un tratamiento llamado diálisis. Le explicó que desde entonces ya no viajaba, pues le realizaban diálisis un día por semana. En todo ese tiempo lo único que deseaba era salir para ir a buscarla. Ahora era él, quien trataba de que Isabel se pusiera en su lugar, cuando se le juntaron en primer lugar, una batalla campal con su esposa y su padre, aunada a problemas serios de salud, el no poder comunicarse con ella, esperando el alta médica para buscar consuelo en sus brazos, y después de todo esto, encontrarse con que la razón de ser en su vida, al parecer, "se la había tragado la tierra". Aunque sentía que había perdido todo, nunca perdió la Fe. y ahora agradecía infinitamente, volver a encontrarla.
Lloraron, se besaron, etc., etc.
Cuando salieron, Isabel pidió que la llevase al hostal.
Al llegar, lo invitó a pasar. Cuando entran, se escucha una duce vocecita de una nenita que corre hacia los brazos de Isabel, diciendo: Mamááááá!!!! entonces, se inclina, y abrazándola la levanta pegando su mejillita a la suya, mientras le decía: sí mi amor, ya llegué, cómo te has portado?. La nena la está besando, cuando advierte la presencia de Eugenio, y levantando la ceja derecha (igualita que su madre cuando sentía curiosidad), lo miró de arriba a abajo, y pregunta: mami, quién es éste señor?
En eso, Isabel mira a Eugenio, y al pobre hombre, le rodaban unos lagrimones, que casi se contagia y se pone a llorar, cuando a la pregunta de la niña, Eugenio con una voz entrecortada y muy bajita pero muy dulcemente, le dice: soy tu papá. Cómo te llamas? te puedo dar un beso? y la niña como si lo conociera de toda su vida, lo abrazó y le dio un par de besos.
Acordaron vivir como la familia que tenían que haber sido desde siempre; Isabel renunció y preparó a otra persona para que la sustituyera en su trabajo. Cuando él le preguntó dónde quería vivir?
Lo primero que le pidió a Eugenio fué que la llevase a la casa de la playa que tenían sus padres en Salou Tarragona. pues la última noticia que tuvo de ellos, fué que su padre estaba enfermo y los doctores le habían recomendado que cambiara su residencia, a un clima cálido; decidiendo vivir permanenemente en esa casa. Pensó que a pesar de no estar legalmente casados, ellos eran un verdadero matrimonio y Ana Sofía, el producto de un amor verdadero. Sentía necesidad de reconciliación y sin oponerse, Eugenio se encaminó hacia a Salou.
Cuando preguntó a la moza que les abrió la puerta, que dónde estaba su padre, le dijo que en el jardín con la señora. Entró Isabel con la niña de la mano y cuando la niña los vió, se soltó de la mano y corrió a los brazos del señor, gritando: abueeeelo!!!! El la tomó en sus brazos y la llenó de besos; lo mismo hizo la abuela y dieron paso a Eugenio,disponiéndose a escuchar toda la historia que hasta ahora yo me he permitido contarles.
Quién diría que fueron los mismos padres de Isabel, quienes les propusieron quedarse a vivir con ellos. Siendo la casa tan grande, y demás, aceptaron. El padre enfermó cada vez más, y murió en los brazos de su querida hija Isabel. La madre disfrutó a su nieta todo lo que pudo, enseñándola a rezar, cantar, recitar, etc.
Cuando cumplia cinco añitos, vinieron las hermanas de Isabel con sus familias; la mayor, tenía un hijo llamado Paco y la menor, apenas esperaba su primer hijo. De manera que Ana Sofía y Paco que eran casi de la misma edad, jugaron toda la tarde en la playa. mientras jugaban, comian uvas y mas uvas. Hasta que de pronto, vino el niño alarmado buscando a su tía, pues la primita no podía caminar bien. Alarmado, les dijo que la nena tenía sus piernas muy hinchadas...
Habiendo sufrido tanto Isabel y Eugenio, no esperaban que el destino les tuviese preparado tan grande dolor....
La niña heredó el problema de los riñones de su padre, pero al presentarse a una edad tan corta, la ciencia médica de ese tiempo, no pudo salvarle la vida; y Ana Sofía, la niña que sus padres procuraron darle tanto amor, que fuese la más feliz del mundo, falleció a la edad de cinco años.
Por lo que haya sido, no lo sé, pero nunca más tuvieron más hijos. Tomaron esa experiencia como que Dios les envió un ángel con la misión de unirlos. Un Angel que vela por ellos. Viven con su recuerdo; Reafirman los lazos de amor que los unen, y que con los años se han fortalecido muchísimo. Pero especialemente, viven con la esperanza de volver a reunirse con ella cuando Dios quiera.
 

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