viernes, 8 de febrero de 2013

HONOR A QUIEN HONOR MERECE

Jessy, es una mujer que entró a la cafetería, una fría mañana de enero, mientras yo ordenadaba un poco las mesas y esperaba a que llegara mi esposo que había ido a llevar a nuestra hija a la escuela. Ella me perguntó que si estaba abierto y por supuesto le dije que sí. me pidió un cafecito con leche bien caliente, descafeinado de sobre y un croissant. Jessy vestía un pantalón de chandal, calzaba tenis y una chaquetita gris con rosa. Por hablar de algo, le pregunté que si trabajaba cerca y que si entraba  tan temprano, pues ciertamente, se estaba mejor en la cama con esa temperatura tan fría. Me dijo que ese, sería su primer día de trabajo limpiando una casa y cuidando a los niños. que su hora de salir sería a las 6 de la tarde. Me preguntó que de dónde era yo y tambien me dijo que ella era de Venezuela y llevaba en España 13 años que habían sido muy duros.
 
Jessy visitaba mi cafetería con cierta frecuencia y a menudo venía  a comer; cuando terminaba, sacaba un libro y se ponía sus lentes (por cierto de modelo muy pasado de moda que la hacía verse de mayor edad) y ahí toda calladita, pasaba horas leyendo y leyendo.
 
Un buen día me presentó a su madre y otro día me trajo a presentar a su hija de 17 años.
Con el trato sucesivo, de vez en cuando hacíamos algún comentario; hasta que un buen día, me dijo que vino a España porque dos primas suyas  vivian en Canarias y le habían ofrecido ayudarla a encontrar  trabajo. De manera que al haber quedado viuda de un hombre policía, pero que la golpeaba mucho, se vió en la necesidad de mantener  a su hija y desafortunadamente en su País, era muy difícil. Así es que su madre le ofreció cuidar de la niña mientras ella se labraba un futuro al lado de sus primas. Le consiguió dinero prestado para comprar su boleto de avión y un poco para algún imprevisto.
En efecto, al llegar las primas la recibieron y la llevaron a su casa; al día siguiente, le dijeron que ellas creían que por la vida que le había dado su marido, ella estaría con una apariencia de "una mujer vieja" pero que ellas tenían sus parejas y desconfiaban de ella pues temían que se los fuera a quitar toda vez que en realidad se veía joven y no estaban dispuestas a arriesgarse; que por favor tomara sus cosas y se fuera a la calle.
Desconcertadísima y sumamente triste y preocupada pues no tenía dinero ni para comer, lloró y lloró, pero no logró conmover a sus primas. Así que durmió en la playa y vagó por las calles de Canarias, hasta que una persona le ofreció trabajo y comida.
 
Luego cuando pudo, se vino a vivir a Barcelona y a través de una recomendación  que le dió su jefa, logró encontrar un trabajo en el que estaba muy contenta. Hasta que se le presentaron fuertes dolores de cabeza que a veces le ocasionaban desmayos; y cuando le realizaron estudios, resultó que era  un tumor ocasionado por los fuertes golpes en la cabeza recibidos por aquel ingrato hombre (Por eso, necesitaba lentes para leer). 
La operaron, se recuperó y pensó que era una oportunidad que Dios le daba para continuar viviendo. Nuevamente buscó trabajo y cuando pudo, se trajo a su madre y a su hija que para entonces tenía 12 años.
Pasaron algunos meses y la dejé de ver por mi cafetería hasta hace unas dos semanas, vino a verme, muy guapa y muy contenta.
Vino a darme la noticia de que su hija se había graduado como publicista en la Universidad y le ofrecieron un trabajo en Alemania y ahora era su hija la que se  llevaba a su madre y a su abuela, a vivir con ella a una ciudad muy bonita.

Me dijo que no se quería ir sin despedirse de mí porque sin ser de su familia, yo le había invitado un café con leche de sobre bien caliente, una fría mañana de invierno y que siempre que venía a mi cafatería cansada de trabajar, salía con ánimo para seguir adelante.

Por supuesto, me dió mucho gusto despedirme de ella. Le expresé mi admiración, mi respeto y mis mejores deseos para su nueva vida.  
 
Créanme cuando les digo que parecía otra persona a la que conocí  aquel día que entró por primera vez.  Su rostro era sin duda, el de una persona feliz.


Espero les haya gustado tanto como a mi.








 











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